5. EL LIBERALISMO Y EL ARTE DE LA SEPARACIÓN* ~" ..-., ...~.~,.--~.. _ "[La justici~ en las instituciones ;;Podemos considerar al liberalismo como una cierta fornia de trazar el mapa del mundo político y social. El mapa antiguo, pre liheral, proponía la imagen de una extensión de tierra esencial mente uniforme, dotada de ríos y de montañas, de villas y de ciu dades, pero carente de fronteras. «Cada hombre era una pieza del continente», escribióJohn Donne, «y el continente estaba forma do por una sola pieza». taspciedadcse concebía como una totali c!~d, como algo orgánico e integradg. Se podía estudiar desde el .punto de vista de la religión, de la política, de la economía o de la familia, pero todos esos conocimientos se entrelazaban para cons tituir una realidad única. La Iglesia y el Estado, la Iglesia de Esta do y la universidad, la sociedad civil y la comunidad política, la di nastía y el poder, las obligaciones y la propiedad, la vida pública y lavida privada, los pequeños negocios y el hogar: cada: una 9.e es tas parejas, de manera misteriosa o no, estaba unificada y sus ele mentos eran indisolubles. Los teóricos liberales preconizaron y aplicaron el arte de la separación, oponiéndose de este modo al mundo antiguo. Trazaron líneas que delimitaban los dominios es pecíficos y, así, compusieron un mapa sociopolítico que todavía hoy nos resulta familiar. La separación más famosa es la dél «mu ro» erigido entrela Iglesia y el Estado, pero exis.ten muchos más. El liberalismo es un mundo de muros, y cada uno de ellos engen.. dra una nueva libertad. Así es como actúa el arte de la separación. El muro erigido en tre la Iglesia yel Estado crea una esfera para la actividad religiosa, para el culto público o privado, para las congregaciones o para las * Michael Walzer, «Liberalism and the Art of Separation», en Political Theory, agosto de 1984. 94 conciencias individuales; una esfera en la que no han de inmiscuirse ni los políticos ni los funcionarios. La reina Isabel* hablaba como una liberal-minimalista, desde luego--cuando decía que / '/'/J «no abriría una ventana en el alma de los hombres para sorprenderles ».l Los creyentes quedan libres de toda coacción oficial o jurídica. Pueden elegir su propia vía de salvación, pueden hacerlo de manera individual o colectiva y pueden, incluso, no descubrirla nunca; también pueden rechazar toda búsqueda de la salvación. Es una decisión que sólo les concierne a ellos: eso es 10 que llamamos libertad de conciencia o libertad religiosa. Del mismOmodo, la frontera que se traza entre la Iglesia de Estado y las universidades crea las libertades académicas, que daban a los profesores tanta libertad de enseñanza como libertad de culto habían alcanzado los creyentes. La universidad toma el aspecto de una plaza fuerte. En el jerarquizado mundo de la Edad Media, las universidades estaban jurídicamente fortificadas: los estudiantes y los profesores constituían un grupo privilegiado y estaban exentos de las penas y castigos a los que estaba sujeto el común de los mortales. Pero esta libertad era una consecuencia de la integración de la universidad y de la Iglesia (hay que tener en cuenta que tanto los estudiantes como los profesores eran clérigos) y, por consiguiente, consecuencia dela integración de la Iglesia y del Estado.Justamente a causa de esta integración, los letrados no podían disfrutar del privilegio de exhibir un pensamiento herético. Hoylas universidades ya no están fortificadas jurídicamente, pero son autónomas desde el punto de vista intelectual. Los estudiantes y los profesores ya no disfrutan de privilegios jurídicos, pero son, al menos en principio, completamente libres en la esfera del conocimiento.2 Pueden, de manera individual o colectiva, critifar, cuestionar, recelar o rechazar las creencias establecidas en su sociedad. Y allD: es más probable que * Isabel I, reina de Inglaterra (1533-1603). Una de sus primeras medidas fue restablecer el protestantismo y dar una configuración oficial al anglicanismo. (N. del l.) 1. J. E. Neale, Queen Elizabeth, Nueva York, Harcourt BraceJovanich, 1934. 2. Las exenciones del servicio militar quizá sean una versión moderna de esas libertades medievales. Es una confusión entre el Estado y la universidad, no porque la libertad universitaria se vea entorpecida, sino por el hecho de que'se niega un principio político (el de la igualdad de los ciudadanos frente al reclutamiento). EL LIBERALISMO Y EL ARTE DE LA SEPARACIÓN decidan hacer uso de su facultad de alentar dichas creencias y que lo hagan, generalmente, de un modo convencional, pese a qtle en ocasiones su aliento posea un ímpetu nuevo y experimental. Del mismo modo, la separación de la sociedad civil y de la comunidad política hace aparecer las esferas de la competencia económica y la libre empresa, la del mercado de bienes, la de!tra,., bajo y la del capital. Aquí me interesa el primero de estos merca~ dos, concediendo a la idea de libre mercado su acepción más amplia. En este sentido, los compradoresy vendedores de bienes son é()mplet~entelibres de entenderse como mejor les parezca para comprar o vender cualquier cosa y al precio que fijen de común acuerdo, sin interferencia de ningún funcionario público. No se estableée un precio justo, o por lo menos no existe ningún reglamento que fije ese precio justo, del mismo modo que tampoco existen leyes suntuarias ni restricciones relacionadas con la usura ni normas de calidad o seguridad ni salarios mínimos, etc. La máxima caveat emptor, que sea el comprador quien se preocupe, sugiere que la libertad de mercado implica ciertos riesgos para el consumidor. Pero ocurre lo mismo con la libertad de religión: unos adquieren productos peligro~os mientras que otros se convierten a doctrinas falsas. Los hombres y las mujeres libres deben soportar esos riesgos. Si mi propósito no fuera sencillamente describir el mapa diseñado por los liberales y mostrar que no concede a los bienes menor amplitud que a las creencias, expondría mis dudas sobre la pertinencia de semejante analogía, pues los productos peligrosos exponen a riesgos reales, mientras que los peligros de las falsas doctrinas sólo son especulativos. Consideremos otro ejemplo: la abolición del principio dinástico separa a la familia del Estado y permite la creación de un equivalente político partiendo del principio que atribuye los cargos y las funciones según el mérito, que es la forma más'elevada, podríamos decir, del merc~dolabó~al. Solamente el primogénito de una descendencia previamente designada puede ser rey, pero cualquiera puede ser presidente del gobierno o primer ministro. De manera más general, la frontera que separa la posición social y política de la propiedad familiar crea una esfera de cargos y de funciones y, por lo tanto, hace emerger la libertad de concursar para acceder a cualquier empleo público o privado, de valerse de una vocación, de pretender un cierto nivel salarial, de especializarse, r etc. La idea de que la vida de cada uno es un I2royecto per§Qn--ª1 1 probablemente encuentra ahí su origen. Como idea ha de opo } nerse a la noción de que la vida de cada uno supone la perpetua\ ción de una herencia in . Jdu , : por un lado, la autodeterminaLción como res ta o· e es uerzo y del logro personal; por otro, la predeterminacíón por el nacimiento y la sangre. Un último ejemplo: el de la separación de la vida pública y la vida privada. Esa separación crea laesfera de la libertad individual y familiar, delimita la intimidad y el hogar~ En los últimos tiempos se la ha descrito con los rasgos de una esfera de libertad sexual. Ésta es, ciertamente, un espacio de libertad, pero no lo es ni en origen ni en esencia. La vida privada engloba un campo muy amplio de intereses y de actividades en las que no interviene la norma estatal- lo q~~seaplica, con excepción delincesto, la violación o el asesinato, atodo cuanto decidamos hacer en nuestro hogar o con nuestros allegados y amigos: leer libros, hablar de política, llevar un diario, transmitir nuestros conocimientos a nuestros hijos, cultivar (e incluso descuidar) nuestro jardín-.-. «Cada uno manda en su casa» (Our homes are our castlesJ,C'adauno es su propio jefe, libre de todo tipo de vigilancia. Es precisamente sobre este tipo de libertad, que nos parece tan evidente, sobre el que hemos de insistir con especial vehemencia, ya que ha escaseado tanto en la historia de la humanidad (las cámaras de televisión que describe Orwel1 en su obra 1984 son una ilustración particularmente espantosa de la violación de la intimidad del hogar). «Soy el rey en mis dominios »: ésa fue la primera reivindicación de aquellos c~ya morada estaba fortificada, y de la que, durante mucho tiempo, fueron sus únicos defensores. Hoyen día, cualquier transgresión de este principio provoca la indignación y la íra, incluso entre los ciudadanos más corrientes. Concedemos un gran valor a 'nuestra vida privada, tanto si la utilizamos para ep.tregamos a la realización de actividades apasionantes o singulares, como si no es ése el caso.3 * * * 3. El arte de la separación representa una cuestión importante para el liberalismo contemporáneo, como lo demuestra el ejemplo de R.awls, en su obra EL LIBERALISMO Y EL ARTE DE LA SEPARACIÓN 97 El arte de la separación nunca Ha gozado de una consideración excesivamente buena por parte de la izquierda, y aun menos por parte de la izquierda marxista, que en la mayor parte de las ocasiones la ha considerado más una construcción ideológica que una empresa práctica. Las personas de izquierda han defendido con frecuencia la fundamental interdependencia existente entre las diferentes esferas sociales, así como las cadenas de causalidad, di W rectas o indirectas, que emanan de la economíJ1JeSae'élpunt¿i'1 d~ yj.~sta marx~sta~ el mapa liberal es sólo un arttlicio, un sofistica-' do ejercicio de hipocresía. Por lo tanto, los dogmas religiosos establecidos se adaptan a las necesidades ideológicas de la sociedad capitalista; las universidades se organizan con el objeto de renovar el escalón superior de la fuerza de trabajo capitalista; el Estado capitalista garantiza y financia las cuotas de mercado de las compañías y grupos más potentes; los cargos y las funciones, pese a no ser jurídicamente hereditarios, se transmiten e intercambian, no obstante, en el seno de la élite capitalista que se halla en el poder; y en nuestros hogares no somos libres, sino en la medida en que lo que hagamos en su interior no ponga en riesgo el orden capitalista, es decir, mientras no le cause ningún tipo de perjuicio. Los liberales dibujan fronteras y las denominan muros, como si tuvieran la SQlidez concreta de las paredes de ladrillos o de piedra. Sin embargo, se trata sólo de líneas planas, doctrinales yvacías de sustancia. ,.gIuniverso sQC.i~,~QnlemPO:tªneQ>no..esJ:l1~_~_que un todo orgánico, un todo menos alejado del feudalismo de lo que solemos pensar. En nuestra jerarquía de bienes dominantes, la riqueza mercantil ha sustituido a la riqueza del terrateniente, y aunque esta modificación ha repercutido de forma contundente en todas las esferas de la vida social, no ha logrado en cambio transformar la . di' -.,-,,,_..,,~-.., '''''',. "'. .....-••~--~" .',,'-". - >" '~"---~"--""~---""'-V· "'-'" esenCIa e SIstema. Teoría de la justicia. Estos dos principios, dice, presuponen «que la estructura social consta de dos partes más o menos distintas, aplicándose el primer principio a una y el segundo a laotra. Así, distinguimos entre los aspectos del sistema social que definen y aseguran las libertades básicas iguales ylos aspectos que especifican y establecen desi~a1daqes económicas y sociales» (Teoría de lajustiCia, Madrid, FCE, 199', pág. 82(Ra~eJ.yS,ª-,!J;~~.Lª-~O!.yj~jf1)!nc:~_~~~o?~.que_ ~!!._al~~J!?~el m~!"~~~~~!!!!.a distinta a la que yo propongo aquí. Sin embargo, Marx pensaba que el arte liberal de la separación había resultado en realidad demasiado eficaz, puesto que tuvo como consecuenf;ia -y así lo describió en su ensayo sobre la cuestión judía-la creación de «un individuo separado de la comunidad, replegado sobre sí mismo, concentrado enteramente en la preocupación por su interés personal y dado a actuar según sus propios caprichos». Más adelante retomaré este'!argumento, ya que constituye un análisis importante de los fundamentos teóricos del proyecto liberal. Por el momento, sin embargo, nos contentaremos con recordar que, según la visión de Marx, incluso el egoísmo de los individuos aislados no es más que un producto de las relaciones sociales; un egoísmo que ha llegado a ser necesario debido a las relaciones de producción y que se ha extendido a todas las esferas de la actividad social. La sociedad se mantiene como una entidad organizada, aunque sus miembros ya no sean conscientes de pertenecer a ella. El objetivo de los marxistas era restaurar esa conciencia, o mejor aún, consistía en conducir a hombres y mujeres hacia un nuevo concepto de «independencia» y, de este modo, permitirles retomar el control de su vida en común~ Para Marx, la separación, cuando era real, era algo que era preciso superar. Las instituciones independientes, como la Iglesia, la universidad e incluso las familias, no tenían lugar en su proyecto; sus problemas específicos sólo se resolverían mediante la revolu,.. ción social. Para Marx, la sociedad sólo puede gobernarse como un todo, lo que en el momento presente significa que ha de estar regida por una sola y única clase y, en último término, por todos sus miembros en una labor conjunta. La crítica de la izquierda sobre la separación liberal puede, sin embargo, adoptar una forma diferente y pretender, por un lado, que el liberalismo sólo sirva a los intereses-sociales particulares y, por otro, que haya limitado y adaptado su arte a esa única finalidad. Se hace entonces necesario conseguir que este arte sea imparcial o lograr por lo menos, si se trata de un proyecto utópico, que sirva a un campo de intereses más vasto. A semejanza de las instituciones de la sociedad civil que gozaban de la protección estatal, a partir del momento en que se amplía el campo de los intere.,. ses se hace necesario proteger a esas instituciones del nuevo poder que emerge de la propia sociedad civil: el poder de la riqueza. El EL LIBERALISMO Y EL ARTE DE LA SEPARACIÓN 99 reto no consiste en abolir la separación, como deseaba Marx, sino en aplicarla y extenderla, en incorporar esa herramienta liberal y ponerla al servicio del socialismo. Los ejemplos más importantes de esta ampliación del arte de la separación pueden observarse en los ámbitos del poder privado y la democracia industrial, y aquí defenderé hasta cierto punto esta ampliación. Sin embargo,< y antes que nada, es necesario insistir en el hecho de que también son importantes las separaciones ya verificadas en el campo teórico, aunque esa verificación no se haya visto refrendada siempre en él terreno práctico. Incluso el acceso a los puestos y cargos en función de los méritos es una exigencia de la izquierda, y no sólo una reclamación liberal. Y es que el socialismo no conseguirá jamás una victoria mientras los partidos y los movimientos socialistas sigan dirigidos por una oligarquía gerontocrática cuyos miembros, salidos de las clases mediasinstruidas, coopten asus propios sucesores, según el modelo descrito por Roberto Michels.4 Si deseamos que algunos trabajadores e intelectuales, personas enérgicas y dotadas de formación política, alcancen puestos de dirección, hace falta que dispongan de un espacio necesario para desarrollar sus talentos y gestionar sus propias carreras. De manera más general, la visión que Marx tenía sobre la autodeterminación individualy .. "'w--:?,~;\lh¡,j;i;;iil)¡'&l¡i~\¡';~<,:<.';;;;,.<~<··.colectiva neceSIta (pese a qtle el p-roplo lV.1arX no aya comptendi-/'./ do esa exigencia) que se preserve un espacio en cuyo interior pue-"r '" dan verificarse las elecciones reales. Sin embargo, un espacio semejante sólo puede existir si la riqueza y el poder se contienen y se limitan. En efecto, la sociedad está compuesta por un solo tejido, .por lo menos en 10 que a esto se refiere: sus diferentes componentes tienen en común un aire de familia; son el reflejo aparente de una determinación interna y genética (en el sentido sociológico y no biológico del término). Sin embargo, esta semejanza deja espacio suficiente a los equivalentes.sociológicos de sU1?~~~nJº~.lím.ites del mercado (libre) Je tres maneras, estrechamente relacionadas entre sÍ. En primer lugar, las flagrantes desigualdades de riqueza generan su propia forma de coerción, de modo que hay numerosos intercambios que sólo son libres en un sentido puramente formal. En segundo lugar, algunas de las manifestaciones del poder del mercado, en estructuras como las que encontramos en las grandes sociedades, por ejemplo, engendran modalidades de dirección y de obediencia en las que, incluso, las formas del intercambio llegan a parecerse en gran medida alas del poder político. En tercer"'~ lugar, la riqueza extrema, al igual que la propiedad o el control de las fuerzas de producción, se transforma fácilmente' es decir, en poder en el más estricto sentido derier~ : e este modo, el capital echa mano conregularidad, y con éJtito de un poder coercitivo que es propio del Estado.6 Aquí el problema no es tanto el de una falta de firmeza como elde un defecto de percepción. Los teóricos liberales no se percataron, literalmente, de l~ueza individual y del poder de l~s grandes compañías como fuerzas sociales dotadas de un peso pofideo piopióy diférenteataé su valor eñel-mercado.' Dichosteo ricOSienruanamstaurarünmerca.~,;_tººº. queda.slljetna su<;~d._es ~~~J!ljdad.f;lJ.it<:L\I~s.eJlega.por.1a suma delas liberta4~§__q~e_~xist~!l,,~.ª4ªM!!PitQ.esp~cífi~~ es.prec.i:;~ so que:~on:~~~~~!.~~ál~~LªWQi!QL~~uet:~m~~_st~fe!!gs~, lOS der~<::h.os qy~_I~~t~Qp..tlrq~En forma análoga, cada libertad particular supone la existencia de una forma particular de igual dad o, más concretamente, indica la ausencia de una desigualdad específica. No hay conquistadores ni subordinados, no hay creyentes ni infieles, no hay maestros ni discípulos: la suma de estas ausencias es 16 que constituye la sociedad igualitaria. * * * Desde una perspectiva liberal, el problema de los individuos no es tanto el de poder ser libres en el Estado, como el de ser libres ante el Estado. Si consiguen esto último, estarán protegidos del poder político, que se analiza como el monopolio de la fuerza física 'Y se percibe como una amenaza exorbitante que planea sobre el individuo aislado. Por el contrario~~ii"pg¡§jtJMWQs ,q&! ll]a _po ¡Qe&JB.UQ~}l~, parece claro que el propio poder político necesita protección, no sólo frente a la eventualidad de una conquista exterior, sino también contra un golpe de mano interno. El Estado no es libre cuando el poder ha sido confiscado y explotado por los miembros de una familia, por el clero, por burócratas o por ciudadanos acaudalados. Cuando un Estado está controlado por una dinastía, una teocracia, una burocracia o una plutocracia, produce de todo menos libertad e igualdad. Podemos pensar razonablemente que una «meritocracia» tendría los mismos efectos, aunque dudo que nunca haya existido alguna. Comparadas con la familia, la administración, la Iglesia y las corporaciones, las universidades y las escuelas de formación profesional parecen, en efecto, relativamente débiles y desvalidas pese a la posible politización de sus miembros. En una sociedad compleja, un Estado libre se encuentra separado del resto de las instituciones con el fin de quedar en manos del conjunto de los ciudadanos, del mismo modo que una Iglesia libre tiene que estar en manos. de sus feligreses, que una universidad libre debe estar regida por los profesionales universitarios y los estudiantes, y que una empresa debe ser responsabilidad de sus obreros y dirigentes. De este modo, los ciudadanos son libres en el seno del Estado mientras lo sean fren :t~~~~o~~~~~:~d:~t~~:01un;lIjf¡~=~:7E1~ I I !~bi<>.s, de empr(!s~!,Q~h__d.~:Jt:ªb3Íador~,depadresr.etc...;--son igua-¡ les a la hora de redactar la l!!y y no sólo ante.4 ley. I EL LIBERALISMO Y EL ARTE DE LA SEPARACIÓN El arte de la separación permite separar los distintos dispositivos sociales. Sin embargo, y de manera flagrante, dicho arte no logra ni puede lograr el establecimiento de una separación absoluta, ya que semejante separación haría imposible la existencia misma de la sociedad. John Locke, al escribir en favor de la separación religiosa que propugnaba, sostenía, por ejemplo, que «la Iglesia es una institución absolutamente separada y distinta de las propias de la República. Sus fronteras son definidas e intangibles». Ésta es, sin embargo, una.pretensión excesiva que refleja más una teoría de la conciencia individual que el examen de las Iglesias y las prácticas religiosas. 10 gu~~s.e?,~..~!!..!!~t~it~~~!~E!9nm influye en todos!o~e~Las mismas personas pueblan, de he~ tesámbitos, y comparten una cultura y una historia comunes, yen ellas la religión puede desempeñar un papel más o menos importante. El Estado, en su calidad de agente y de de:fensor de la separación, tiene además una influencia innegable a la hora de confeccionar el mapa social. Actúa más como constructor y protector de las fronteras establecidas que como vigilante nocturno que ampara a los individuos de toda coerción y toda agresión física. Él es responsable, entre otras cosas, de la independencia de las familias, las universidades y las Iglesias frente a cualquier tipo de ~~~1f~f~nC!ª ~iFªQicª! Si, como sería lógico, los miembros de esas instituciones intentaran defenderse lo mejor posible con sus propios medios, su último recurso, en caso de amenaza, estribaría justamente en hacer un llamamiento al Estado, y esto sigue siendo válido incluso en el caso de que la amenaza provenga del Estado mismo. Llegados a ese extremo, los individuos recurren ante una administración, que será quien se encargue de hacer frente a la otra; recurren a un ministerio para que se oponga a otro; o recurren a la comunidad de ciudadanos para resistir al poder en su conjunto. Una de las maneras de juzgar las acciones del Estado consiste .en observaisu capaciaaapir~" ar.fY1ti~jfl~WJ~fl,@5Lgs.fu~sP..f~ ________,~""'~.~.--~~__~-'.~-""':.-:.""..,,,...,,:<,...,;.:::..-••~~. ~__.oo-.___ • ~~.~ _,z¡;;. }:"t"!.ntes ~~st~t_~~!gBf.!s~.~..2~"J!!E.~da la.,sll~a.propia~ J:omemos el ejemplo limitado de las garantías y reglamentos de seguridad. La máxima caveat emptor-que el comprador adopte sus precauciones- es, como sabemos, una de las reglas del mercado, pero sólo cubre una determinada clase de riesgos. Es una máxima que se GUERRA, POLíTICA Y MORAL 112 remite a la decepción (<