Una niña pequeña ha decidido pintar una casa para el cumpleaños de mamá. En su pequeña mente la casa ya está pintada; sabe cómo ha de ser hasta en los menores detalles, sólo le falta ponerla en el papel. Lo mejor que puede, ha dado forma a su idea de una casa. Es una obra de arte, pues es toda suya, cada trazo lo ha hecho por amor a su madre, cada ventana, cada puerta, han sido hechas con la convicción de que debían estar ahí. Incluso sí parece un montón de heno, es la casa más perfecta que nunca se haya pintado; es todo un éxito, pues la pequeña artista ha puesto al hacerlo todo su corazón y toda su alma, todo su ser. Esto es salud, esto es éxito, felicidad y verdadero servicio. Servir a través del amor en perfecta libertad y a nuestro propio modo.

Sí, no obstante, fuese a venir alguien que dijese "por qué no pones una ventana ahí y una puerta allí; y desde luego el sendero del jardín debería ir así", el resultado en la niña sería una completa pérdida de interés por su trabajo; puede enojarse, irritarse, sentirse infeliz, temerosa de rehusar estas sugerencias; empezar a odiar el dibujo y quizá romperlo; de hecho, de acuerdo con el tipo de niño, así será la reacción. El dibujo final puede ser una casa reconocible, pero es imperfecta y es un fracaso, pues es la interpretación de los pensamientos de otra persona, no los de la niña: Esto es la enfermedad, la reacción a una interferencia. Esto es el fracaso y la infelicidad temporales: y es esto lo que sucede cuando permitimos a otros que interfieran con nuestro propósito en la vida e implanten en nuestras mentes la duda, el temor o la indiferencia.

آخر تعديل: الاثنين، 12 يناير 2015، 8:56 PM